Al igual que en mi día a día, he dejado que el 15M irrumpa en el blog. Lo he hecho con la entrada anterior, dirigida a ofrecer a mis amigos de Alemania una breve versión de cómo veo lo que está ocurriendo. Esto es lo que les cuento:
El pasado domingo, 15 de mayo, justo una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas en 13 de las 17 comunidades españolas, unas 15.000 personas se manifestaron en el centro de Madrid.
El encuentro, convocado principalmente a través de Facebook, Twitter y SMS, resultó inesperado para muchos. Pero no del todo sorprendente. Su lema “Democracia Real Ya”, fue desplegando sus motivos y reivindicaciones en las pancartas y los lemas que llenaban el espacio entre la Plaza de Cibeles y la Puerta del Sol:
“Juventud sin futuro: ni casa, ni curro, ni pensión, ni miedo”
“Soy tu banco” (escrito en sangre)
“El dinero es tu Dios”
“Parados, moveos”
“Esto no es una crisis, es una estafa”
“No he dado mi voto a los mercados”
“Violencia es cobrar 600 euros”
“Pueblo manso, buen esclavo”
“Consume, esclavo del siglo XXI”
“1.500.000 familias sin ingresos”
“Pedís austeridad desde vuestros Mercedes”
Una hilera de jóvenes sostenían cartones con títulos de libros: Cien años de soledad, El mago de Oz, Los estados fallidos, La doctrina del shock.
Es decir, un grito. Alto, enfadado, seguro y desde las tripas: estamos hartos. Pero ¿de qué?
- La tasa de paro en España amenaza con llegar a los cinco millones. En febrero alcanzaba el 43,5% entre los menores de 25 años.
- Tras el inicio de la crisis, miles de familias tuvieron que entregar sus viviendas a los bancos y, a pesar de ello, seguir pagándoles las hipotecas.
- 55 de los candidatos que se presentan a las elecciones de hoy están incriminados. La mayoría de ellos lo hacen por el PSOE y el PP, y se han visto presuntamente implicados en casos de corrupción.
- La discusión política se reduce desde hace años a una escalada de insultos y acusaciones mutuas.
- Desde que comenzó la crisis, los bancos han recibido ayuda económica del gobierno y después han obtenido miles de millones de beneficios.
- Mientras tanto, los recortes establecidos por el gobierno han afectado principalmente a la clase trabajadora.
Estos son sólo unos cuantos ejemplos, pero lo suficientemente serios como para comprender la motivación más profunda de la protesta: una parte de la población ha perdido la confianza en las instituciones. Y nuestra ley electoral no facilita precisamente una alternativa al actual bipartidismo. Por eso dos de las pocas propuestas concretas de la manifestación eran una modificación de la ley electoral y que no se votara por ninguno de los grandes partidos. Pero el perceptible malestar hacía suponer que la sed de cambio no se quedaría ahí.
En efecto. Un par de cientos de manifestantes decidieron pasar la noche en la Puerta del Sol, la plaza más popular de Madrid. Ahí donde terminan todas las manifestaciones importantes, y donde nosotros celebramos el cambio de año, convocaron otra concentración para el día siguiente. Y para el siguiente, y para el otro. A ellas asistió cada vez más gente, incluso tras el intento de la policía de desalojar el campamento el martes.
La frase más escuchada durante estos días: “Ya era hora”.
Desde entonces están acampados allí. Sólo que ya no son ellos, sino un nosotros cada vez más numeroso. Con una organización espontánea sorprendentemente calmada y eficiente, Sol se ha convertido en una pequeña ciudad: grandes plásticos protegen de la lluvia y el sol la guardería, la cantina (con provisiones donadas sólo en especie, no aceptan dinero), la enfermería, el puesto de organización, la sección legal o la de recogida de propuestas.
Por todas partes pide en carteles o a través de los altavoces que no se beba alcohol y que se mantenga una actitud pacífica en todo momento. Esta es una revolución pacífica. Y ya no es cosa de los jóvenes: desde luego está impulsada por ellos, pero cada vez son más las personas de edad que participan en los eventos.
Porque no sólo se trata de manifestarse. Este movimiento quiere encauzar el grito visceral con la cabeza, y para ello ha iniciado un proceso de trabajo abierto, en el que puede participar cualquiera. Se organizan grupos por temas, para discutir los aspectos más importantes y elaborar propuestas de medidas concretas. Energía, educación, trabajo, investigación y ciencia, emigración, periodismo, agricultura, medio ambiente, economía, …
Cada grupo forma un círculo sentado en el suelo de las calles o plazas cercanas a sol y discute durante una o dos horas. De manera ordenada, concentrada, seria, yendo al grano. Cada propuesta se vota con un vibrar de manos (como se aplaude en el lenguaje de signos). Y poco a poco empiezan a surgir enunciados concretos, que después se volverán a plantear en la asamblea general.
Asamblea general |
Contemplar el proceso es una experiencia sana, enriquecedora e inspiradora. Una plaza de Madrid llena de personas de distintas edades, sentadas en pequeños grupos mientras intercambian ideas sobre los aspectos más importantes de la vida tiene algo de ágora de la Grecia antigua. Porque no se trata sólo de medidas políticas. Y no se trata sólo de España. Lo que se debate aquí es el sentido de la democracia, la propia responsabilidad, la influencia de los medios, nuestra postura como consumidores, el poder de la publicidad, el papel del crecimiento económico, la justicia, el respeto… Todo ello abordado desde el fondo, sin la presión de una agenda o unos resultados políticos. Sin la mirada fija en el número de votos que pueden conseguirnos las conclusiones finales.
Esto es un grito que pide valores. Que busca aquello que da auténtico valor a la vida y a la convivencia. Y eso no es sólo cosa de estas elecciones. Ni sólo cosa de España.